
Lo peor es que continúa habiendo gente con la suficiente sangre fría para decir que la mayoría de esos casi mil inmigrantes que mueren cada año, mientras están a punto de morir, piensan en llegar a nuestro país para delinquir, robar y matar. Porque gente así la hay.
Pero no puedo dejar de dedicar unas palabras al tema de la violencia machista. Hoy, una de las vecinas de mi pueblo natal ha sido víctima de este tipo de terrorismo y ha muerto a manos de su marido, quien después se ha suicidado en un acto de cobardía.
Se trata, en ambos casos, de muertos de segunda. Aunque este problema se lleva por delante a muchas más víctimas que el terrorismo, tiene mucha menos repercusión y la justicia es menos dura en sus penas. Tampoco la sociedad se manifiesta o presiona como en otros casos de terrorismo. Algún día pagaremos el precio de la indiferencia.
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